Anemoi
Con el bulevar casi vacío, con su pie repicando en el suelo, con su elegante ropa de oscuros colores, se encuentra esperando esa anhelada cita. Tiempo antes lo habían intentado ya, justo como ahora, pero no había funcionado. Voltea a ver su muñeca, ya era bastante tarde, voltea a ver la otra mano y tiembla. Querer verla no era suficiente para quitar la confusión, aun se sentía temeroso, pero no dejaba de pensarla en cada noche, en cada día, en cada viento que soplaba entre sus negros cabellos. Allí a los pies del Anemoi, allí donde el viento agitaba sus cabellos, levanto esa mano que lo hizo temblar momentos antes, la llevo a su cabeza; y con un estruendo que no inmuto a nadie en el desolado bulevar, se encontró de nuevo con ella. Solo que esta vez nadie los separaría.